¿Cuántas veces tú y tus amigos o familiares, viven la misma situación y reaccionan de manera diferente?
¿Te enojas en ciertas ocasiones, cuando otros se mantienen tranquilos?
Todos creemos que nos enojamos por lo que nos pasa o por lo que la gente nos hace o dice.
Esto es sólo, parcialmente cierto.
Veamos un ejemplo: Imagínate que estás parado en una fila, para entrar a algún lugar.
De repente una persona te pisa y escuchas que te dice perdón, fue sin querer.
Lo más probable es que no le des mucha importancia.
¿Pero qué sucedería si esto se repite varias veces?
¿Cómo crees que te sentirías?
Seguro que, después de cierta cantidad de pisotones, te enojarías.
¿O no?
Ahora imagínate que lo ves a la cara para reclamarle y te das cuenta de que está ciego.
¿Crees que tu coraje se mantendría en el mismo nivel?
Estoy segura de que no.
Muy probablemente tu enojo disminuiría o se acabaría.
¿Pero por qué, si los pisotones los recibiste?
Porque tus pensamientos seguramente cambiaron.
En lugar de pensar: "Qué se cree este ..."
Pensaste: "Pobre, no ve..."
El hecho de haber sido pisado no cambió, pero tus pensamientos sí.
¿Te enojas en ciertas ocasiones, cuando otros se mantienen tranquilos?
Todos creemos que nos enojamos por lo que nos pasa o por lo que la gente nos hace o dice.
Esto es sólo, parcialmente cierto.
Veamos un ejemplo: Imagínate que estás parado en una fila, para entrar a algún lugar.
De repente una persona te pisa y escuchas que te dice perdón, fue sin querer.
Lo más probable es que no le des mucha importancia.
¿Pero qué sucedería si esto se repite varias veces?
¿Cómo crees que te sentirías?
Seguro que, después de cierta cantidad de pisotones, te enojarías.
¿O no?
Ahora imagínate que lo ves a la cara para reclamarle y te das cuenta de que está ciego.
¿Crees que tu coraje se mantendría en el mismo nivel?
Estoy segura de que no.
Muy probablemente tu enojo disminuiría o se acabaría.
¿Pero por qué, si los pisotones los recibiste?
Porque tus pensamientos seguramente cambiaron.
En lugar de pensar: "Qué se cree este ..."
Pensaste: "Pobre, no ve..."
El hecho de haber sido pisado no cambió, pero tus pensamientos sí.
Podemos enojarnos cuando nos sentimos:
- Atacados o lastimados, física y/o emocionalmente,
- ignorados, rechazados o excluidos,
- engañados, acusados injustamente o avergonzados,
- frustrados ante una pérdida o ante la imposibilidad de lograr lo que deseamos,
- inferiores o devaluados.
Pero el coraje aumenta o se prolonga cuando pensamos que:
- Algo es injusto,
- las cosas y las personas deberían de ser diferentes,
- las personas tienen que actuar como nosotros queremos o pensamos que es lo correcto,
- alguna persona se siente superior a nosotros,
- alguien quiere aprovecharse de nosotros.
- si nos enojamos, conseguimos lo que queremos,
- si atacamos primero, evitamos ser atacados,
Con frecuencia, utilizamos el enojo para:
- Evitar establecer relaciones cercanas, por no saber relacionarnos o por tener miedo de ser lastimado.
- sentirnos fuertes o capaces y enmascarar así, un sentimiento de inseguridad o autoestima baja (como cuando tenemos una autoestima inflada).
Nos enojamos con facilidad cuando no aprendimos a:
- Controlar nuestros impulsos,
- pensar antes de actuar,
- tolerar la frustración,
- manejar de otra manera la angustia o el miedo,
- reconocer que el enojo puede ser síntoma de depresión.
- Cuando nos enojamos, nuestro organismo produce una mayor cantidad de sustancias químicas, entre ellas la adrenalina, que alteran el funcionamiento normal de nuestro cuerpo.
Esta alteración afecta nuestro sistema inmunológico, puede provocar contracturas y dolores musculares o de cabeza y nos hace más vulnerables a algunas enfermedades, como gastritis, colitis, dermatitis, etc. - A nivel familiar o social, nuestras relaciones se alteran o pueden terminarse.
Cuando estamos enojados, podemos lastimar física o emocionalmente, a los demás, dando como resultado resentimiento, deseos de venganza o alejamiento.
Cuando no podemos manejar adecuadamente el coraje, podemos desquitarnos con otras personas, aumentando así, nuestros problemas. - A nivel emocional:Cuando sentimos que otras personas nos hacen enojar (o nos ponen tristes, tensos, etc.), les estamos dando todo el control de la situación, aumentando así nuestra sensación de incapacidad y de coraje.
Nuestra respuesta puede provocarnos sentimientos de vergüenza o culpa, prolongando nuestro malestar. - En el aspecto personal, nos enfocamos tanto en nuestro enojo y en la causa del mismo, que:
- Dejamos de disfrutar otras situaciones o relaciones,
- nos es difícil analizar objetivamente la situación y encontrar soluciones adecuadas,
- afecta nuestro desempeño en cualquier situación.
Manejar el enojo no es fácil, pero sus beneficios valen la pena.
Es importante que sepas cómo se relaciona contigo, cómo lo expresas y qué mitos o creencias equivocadas pueden ser un obstáculo en su manejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario